El protagonista de Liber 2000, cuya decimoctava edición ha tenido lugar en el recinto ferial de L’Hospitalet Montjuïc2, ha sido el libro: 5.500 metros cuadrados dedicados a él y a su industria. Ya saben: libros, libros. Más libros.) Sin embargo, como en todo acto social o cultural cuya repercusión tenga reflejo en los medios de comunicación, ha habido otras estrellas (y cuerpos celestes) que han brillado con luz propia.El agujero negro: el ministro de Asuntos Exteriores Josep Piqué. En el acto de inauguración engulló e hizo desaparecer las declaraciones del consejero de Cultura de la Generalitat, Jordi Vilajoana yéndose por los Cerros de Úbeda cuando éste se manifestó a favor del precio fijo de los libros: “Hay que estar preparados para la extraordinaria proyección que va a tener en este siglo el castellano. Estados Unidos va a desbancar a España del 4º lugar en número de hispanohablantes tras Argentina, México y Colombia”, dijo el ministro. ¿Y bien? (Hay que decir que la polémica ya había protagonizado el reciente congreso de editores. El ministro quizá pensó (?) que ya había habido suficiente. Pero cuando el librero tradicional está en serio peligro de extinción al ser devorado por las grandes superficies -que se llevan 64,5 pesetas de cada 100 gastadas en libros- todo puede ser poco aunque te tachen a uno de pesado.
Supernovas: los escritores del crack mejicano (país invitado por la organización y segundo cliente de la industria editorial española), autores que han tenido una activa presencia en la feria. Integrado por Jorge Volpi, Ignacio Padilla, Eloy Urroz, Vicente Herrasti, Pedro Angel Palou y Ricardo Chávez, este grupo, autodenominado crack por sus propios miembros, está llevando a cabo desde 1996 una lucha feroz contra el populismo y los epígonos del boom del realismo mágico en la narrativa mexicana y latinoamericana. El gobierno de México fue representado por otro crack, en este caso el director del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes Alfonso María Campos, que inauguró la exposición fotográfica de Paulina Lavista que daba acceso al recinto.
Estrellas “por encima de las estrellas”: la cerveza “Coronitas” (y los nachos) han sido la nota gastronómica aportada por el bar Panchito y han tenido una extraordinaria aceptación. No solo por los miembros de la delegación del país invitado sino, evidentemente, por cualquiera que pasara por allí.
El cometa Halley, que viene a visitarnos de vez en cuando: Pancho Villa, representado por su nieta Rosa Helia Villa, también estuvo presente en este caso en forma de novela. ¿Título? Itinerario de una pasión. La obra trata de la vida amorosa de su abuelito. Tras su publicación han dejado de hablarle dos tías: “Mi abuelo fue una especie de huracán amoroso porque su pasión siempre fue hacer la revolución, por eso siempre pasó como un rayo por la vida de las mujeres.” El libro solo se centra en su relación con solamente dieciocho mujeres. ¿Hijos? Doce. ¡Viva Zapata¡
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